(Agronegocios.pe) Es reconocida la importancia de los gremios, pues permiten que los asociados negocien apoyados en la fuerza de la unión; institucionalizan la canalización de intereses comunes; asumen la representación de intereses de grupos socioeconómicos determinados; contribuyen a una sociedad más equitativa; y, por último, aportan a la democratización de la sociedad.
Por una diversidad de razones, no
siempre los gremios logran satisfacer a plenitud funciones tan
importantes, pues pueden padecer de deficiente liderazgo; escasez de
recursos económicos; debilidad de planteamientos; insuficientes o
inadecuados mecanismos de presión; incapacidad para establecer alianzas;
poca visibilidad; etc.
El Perú ha tenido periodos en que los
gremios han logrado cumplir con estas funciones o han estado cerca de
hacerlo, y periodos donde las condiciones fueron adversas. En términos
generales, podría afirmarse que la década de 1960 y parte de la década
de 1970 se caracterizaron por gremios fuertes, pero desde la década de
1980 los gremios se debilitaron.
En ese sentido, el Centro Peruano de
Estudios Sociales (Cepes), realizó una mesa redonda para explorar los
actuales problemas y desafíos que enfrentan los gremios agrarios
peruanos y, además, las propuestas que plantean para lograr su
fortalecimiento, teniendo como participantes a cuatro destacados
dirigentes agrarios nacionales: Lucila Quintana Acuña, productora
cafetalera en Amazonas y presidenta de la Convención Nacional del Agro
Peruano (Conveagro); Blandina Contreras Yance, dirigente ayacuchana y
secretaria de relaciones exteriores de la Confederación Campesina del
Perú (CCP); Héctor Guevara Rivera, gerente de la Asociación de Ganaderos
Lecheros del Perú (Agalep); y Marcelino Bustamante López, dirigente
ancashino y secretario de actas y archivos de la Confederación Nacional
Agraria (CNA).
¿Qué opinan sobre el actual momento político del país y del sector agropecuario? ¿Es favorable o no para los gremios agrarios?
Héctor Guevara:
Históricamente, existieron gremios que siempre han tenido momentos
políticos favorables: hablamos de los gremios de exportadores,
financieros y empresariales, pero no es el caso de las organizaciones
agropecuarias. Lamentablemente, esta debilidad de los gremios agrarios y
la falta de desarrollo del sector agropecuario se deben a décadas de
olvido de este sector. Lo único que hacen políticos y candidatos —en el
momento de las elecciones— es ponerse el chullo y el poncho. Es ahí
donde se acuerdan de los productores agropecuarios, que son los que dan
más trabajo y garantizan la alimentación. Como lo indica el último censo
agropecuario, en su mayoría se encuentran en la sierra del Perú. Pero, a
pesar de todo ello, son los más olvidados. Las políticas del presente
gobierno están dirigidas, básicamente, a apoyar programas de
agroexportación y no para el mercado interno, que es fundamental en la
producción, generación de trabajo y contribución al PBI.
Lucila Quintana: Las
organizaciones de productores están de acuerdo en que, en este momento,
no se constata la existencia de políticas de fomento para la pequeña
agricultura: todas las propuestas e iniciativas de leyes van para la
gran exportación. Si bien es cierto hay iniciativas y nos hacen
promesas, estas se diluyen en el tiempo, por falta de decisión y
voluntad política. Tampoco existen políticas diferenciadas para nuestros
pequeños productores; por ejemplo, en el tema de incentivos
tributarios, las medidas tributarias se toman para todos por igual,
desde los grandes exportadores hasta los pequeños. Asimismo, no existe
un programa nacional dirigido a las pequeñas organizaciones de
productores, que se oriente a garantizar la productividad y el mercado o
a que los productos a los que están abocados los pequeños agricultores
sean rentables. Las grandes inversiones que hoy se ven —como los grandes
proyectos de irrigación—, solamente favorecen a la gran agricultura
asentada en la costa norte, pero no a los pequeños productores.
Blandina Contreras: Es
necesario hacer un rápido recuento histórico del movimiento campesino.
La CCP representa a las comunidades campesinas indígenas del Perú. Es un
gremio que ha logrado varios cambios con la gesta de toma de tierras,
desde la década del sesenta hacia adelante. Luego, en los años ochenta,
entramos a una etapa muy fuerte de violencia política interna. Ello
provocó una descomposición del movimiento campesino y comunal y debilitó
a las organizaciones. Durante la dictadura de Fujimori, los líderes
campesinos eran confundidos con Sendero Luminoso y se violaron los
derechos humanos. Luego, con la Marcha de los Cuatro Suyos, creímos
recobrar la democracia participativa. Sin embargo, con el gobierno de
Alejandro Toledo, también empezaron los acuerdos comerciales
internacionales. Allí intentamos recomponer el movimiento campesino y
luchar contra los acuerdos comerciales en la campaña «TLC, así no»,
desde 2001 hasta 2006. Después, con el gobierno de Alan García,
nuevamente se implementan normas como la criminalización de la protesta
social y una serie de decretos legislativos que atentaron contra las
comunidades campesinas: el gobierno de Alan García no fue nada fácil. La
razón de existencia de las comunidades campesinas es su tierra, el
territorio y los recursos naturales que existen allí. Debido a la
implementación de ciertas políticas, el movimiento campesino se empezó a
debilitar. Estas mismas políticas se están implementando y
profundizando en el actual gobierno.
Marcelino Bustamante:
La CNA nació a raíz de la reforma agraria, en el gobierno militar de
Juan Velasco Alvarado. Antes de ello, los hermanos indígenas campesinos
eran explotados por los hacendados: una semiesclavitud donde eran
tratados como si fueran menos que animales. Lo he visto y no estoy
hablando por historia. Frente a ese oprobio surgió el general Velasco,
que dio la reforma agraria, posiblemente una de las más radicales de
América Latina y del mundo, gracias a la cual las tierras pasaron a
manos de sus trabajadores. La CNA nace, precisamente, para cautelar las
tierras reformadas. Sin embargo, cuando se da el golpe militar de
Morales Bermúdez, viene la decadencia y el retroceso. Desde esa época,
ningún gobierno ha dado atención a las organizaciones gremiales
campesinas y, al contrario, han implementado una serie de medidas y
dispositivos legales para desarticular nuestra organización. Para la
derecha y la oligarquía peruana, el campesino es un retraso, un ente
improductivo, que sólo sabe pedir y que no aporta; eso es lo que dicen
los oligarcas, que siempre están al mando de cualquier gobierno que
llegue. En 2011, los campesinos elegimos a Ollanta Humala como nuevo
presidente, pensando que —por los discursos que daba— iba a fortalecer a
las organizaciones; sin embargo, el Gobierno no ha hecho nada a favor
de la pequeña agricultura familiar, que es la que conduce más de 14
millones de hectáreas de tierras según el último censo agropecuario.
Este sector, tan vulnerable, compuesto por familias campesinas, no tiene
la atención debida del actual gobierno, ni de los que han pasado. La
atención solamente es para la gran agroindustria, donde se están
propagando los monocultivos. No hay un momento político favorable para
el sector campesino. La FAO ha declarado 2014 como el Año de la
Agricultura Familiar; sin embargo, el gobierno actual no se ha
pronunciado sobre la agricultura familiar ni le da mayor atención. Como
CNA, no vemos que el Estado esté interesado en favorecer a la pequeña
agricultura familiar.
H. Guevara: El enfoque
histórico sobre la organización gremial, mencionado por los compañeros,
es muy interesante. Durante el gobierno militar de Velasco Alvarado
empezó una política de control de precios y de la producción interna.
Mal o bien, esto le dio fuerza a las organizaciones gremiales y
productoras porque les permitía, entre otras cosas, financiarse mediante
la venta de insumos a sus propios socios. Luego, en 1991, con la nueva
política liberal, el gobierno de Fujimori aplicó algunos mecanismos,
como la protección arancelaria. Al mismo tiempo, también se crearon los
programas sociales, que debían ser atendidos por los productores
agrarios locales de cada una de las regiones, como los programas de
desayunos del Pronaa y los comedores populares. Luego, con el gobierno
de Toledo y los famosos tratados de libre comercio, empezó la debacle y
la pérdida del concepto gremial, donde los agricultores vivieron una
derrota en las negociaciones del tratado de libre comercio con Estados
Unidos (por todos es conocido que el gran perdedor fue el sector
agropecuario). Para rematar esto, el gobierno de Alan García continuó la
firma de tratados comerciales, cada vez con mayor desventaja para los
productores locales.
¿Cuáles son los problemas más importantes que deben afrontar, en la actualidad, los gremios agropecuarios?
M. Bustamante: Un tema
es la institucionalidad de las comunidades campesinas agrarias. Teníamos
el Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y
Afroperuano (Indepa), pero fue desarticulado. Hay grandes intereses que
no permiten que las organizaciones campesinas indígenas nos organicemos y
tengamos representatividad a través de un ministerio. Esto ha sido
desestimado por los gobiernos de turno que han venido después de Toledo,
y ahora los pueblos campesinos indígenas nos encontramos sin
representación. Otro problema es la falta de aplicación de la Ley de
Consulta Previa en los actuales conflictos entre nuestras comunidades y
las grandes empresas extractivas. Existe la ley, pero no se está
aplicando. Dicen que solo los indígenas de la selva son sujetos a
consulta y que los campesinos no lo son, cuando el Convenio 169 de la
OIT indica lo contrario. Es necesario que el Gobierno implemente esta
ley. Ese es uno de los puntos álgidos que enfrentan nuestras
organizaciones.
H. Guevara: Como
organización de productores de leche tenemos problemas muy fuertes; el
principal es la competencia desleal de la leche en polvo que viene de
países que subsidian a sus productores ganaderos, como Estados Unidos e
Inglaterra. Debido a esos mecanismos de subsidios, estos países exportan
sus excedentes a países como el Perú, que necesita impulsar su
ganadería y que no tiene ningún tipo de ayuda ni protección interna,
como sí la tienen los países exportadores. Otro problema grave es la
enorme posición dominante de una sola empresa industrial: es sumamente
riesgoso que una sola empresa maneje el 80% de las compras de insumos
locales y, también, el 80% del mercado local. Eso, definitivamente,
genera deficiencias en el mercado. Esto se refleja en las cifras de
consumo de leche per cápita: el Perú tiene una de las más bajas del
mundo, entre 65 y 68 kilos per cápita anual, en pleno año 2014. En 1971
se consumían más de 70 kilos per cápita; es decir, hemos retrocedido. La
FAO dice que, por lo menos, deberíamos consumir 120 kilos per cápita al
año. Estamos sumamente lejos de este tipo de consumo.
L. Quintana: Todo este
diagnóstico refleja la cruda realidad de nuestro sector, pero aún más
cruda es la realidad del órgano rector al cual estamos adscritos: el
Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), un aparato que, gobierno
tras gobierno, ha resultado un problema. El desgobierno institucional
que tiene el Minagri es desastroso. En apenas tres años se ha cambiado a
varios ministros, lo que no garantiza la continuidad de políticas
públicas a favor de nuestro sector. Ese es un problema serio. Por eso,
las organizaciones de productores deberíamos ser fortalecidas para que
nuestra voz se escuche y, así, garantizar un mínimo de institucionalidad
dentro del sector y lograr una verdadera inclusión de propuestas y
políticas. Las instituciones que conforman el Minagri, como el Senasa,
el INIA, etc., deben estar dotadas de presupuesto y de profesionales
capaces que orienten la política. La reciente creación de dos
viceministerios, que pueden estar de acuerdo o no con nuestra realidad,
también afecta las políticas del sector, que deberían haber avanzado.
Estamos en una situación de desbalance general. Si el ente rector no
está organizado —además, nuestras organizaciones han sido debilitadas
por diversos gobiernos—, no podrá promover el fortalecimiento de
nuestras organizaciones o lograr que los gremios asuman una mirada
empresarial o con una productividad a gran escala. Algunos se aprovechan
de la desarticulación total, para que imperen las políticas que
favorecen a los grandes exportadores.
¿Cuáles son los principales desafíos internos y organizacionales que enfrentan sus gremios agropecuarios?
M. Bustamante: Uno de
los desafíos consiste en enfrentar la debilidad de nuestras
organizaciones de base, como las ligas agrarias. Nuestras comunidades
campesinas ya están organizadas y cuentan con representatividad legal,
pero las ligas y las federaciones tienen muchas falencias; por ejemplo,
la falta de buena representatividad. En la actualidad no podemos
fortalecer la organización debido a la falta de recursos económicos. En
el Perú, ningún gobierno se ha responsabilizado del financiamiento de
las organizaciones, como lo hacen en Estados Unidos o en países de
Europa, donde las organizaciones indígenas y campesinas son financiadas
por el Estado. En el Perú, los gobiernos que llegan nos ven a los
gremios como un problema; ¡hasta nos han dicho que somos como el perro
del hortelano! Queremos que se revierta esta situación. Para tener una
buena representatividad, nuestro reto es fortalecer a nuestras
organizaciones de base.
L. Quintana: El desafío
interno de Conveagro es contar con una auténtica representación de los
gremios agrarios. Existe una desnaturalización de muchos gremios, por
los factores que se han explicado, y por eso hay que garantizar la
reconversión de las organizaciones agrarias, pues estamos en otra
coyuntura. Tenemos que mirar el futuro con una mirada productiva y
empresarial. Estamos en una coyuntura donde no solo debemos ser
abastecedores de materia prima, sino que debemos añadir valor agregado
al producto. Nuestras organizaciones gremiales tienen que articularse a
la descentralización, porque allí hay mucho presupuesto. Los gobiernos
regionales son los que están garantizando el desarrollo rural y
productivo, donde las organizaciones —orgánicas y con una debida
representatividad— podrían ser capaces de acceder a los programas de
dichos gobiernos. Los gremios tienen que tomar la decisión de estar
allí, pero, insisto, solo en la medida en que sean orgánicas,
representativas y que puedan canalizar rápidamente los recursos. Al
estar organizados se puede adquirir la capacidad de hacer producción a
escala, abaratar costos de producción, etc. Hoy, nuestras organizaciones
de productores están descapitalizadas; los asociados no tienen la
capacidad de contribuir ni siquiera a la membresía de sus gremios, pues
no tienen capital. Esa dificultad económica debilita a la organización.
En resumen, necesitamos una verdadera institucionalidad de los gremios,
su capitalización, y su articulación con los gobiernos regionales. Las
organizaciones tienen que efectuar una mirada de introspección para
observar sus falencias. El Minagri y el Gobierno deben apoyar dicha
introspección y los planes estratégicos de las organizaciones de
productores. Así, el ministerio tendría la capacidad de saber cuáles son
las organizaciones representativas debidamente formalizadas. De esa
manera, las organizaciones de productores podrán asumir un nuevo rumbo,
en donde sean ellas quienes lideren el desarrollo rural.
B. Contreras: Ante
diversos problemas, como la dación indiscriminada de los denuncios
mineros o la falta de aplicación de la consulta previa, las comunidades
campesinas nos encontramos debilitadas en el interior y nos falta
liderazgo. Desde la época de Fujimori, en lugar de fortalecer a las
comunidades campesinas, se ha promovido la aparición de organizaciones
paralelas a las comunidades, como los comités conservacionistas. Es
decir, no hay respeto por la organización comunal: el Estado la ha
debilitado, en lugar de fortalecerla. Ese es un problema muy fuerte.
También existe debilidad debido al desconocimiento de nuestros derechos:
nos falta información y, también, un mayor compromiso. Somos pocos los
dirigentes que se comprometen a asumir este reto; no es nada fácil,
porque no es rentable. Muchos de los que asumen la dirigencia priorizan
su responsabilidad familiar y dejan a la organización a un costado
porque ésta no cuenta con recursos económicos.
H. Guevara: Uno de los
problemas internos que enfrentan las organizaciones es la falta de
financiamiento. Eso tiene que revertirse mediante una propuesta
legislativa sobre el autogravamen, que en Agalep vamos a impulsar a
través del Congreso de la República o el Poder Ejecutivo. El
autogravamen es una recaudación obligatoria, donde un pequeño porcentaje
del precio de venta se destina al financiamiento de las organizaciones.
Otro porcentaje importante se dirige a la investigación de mercado, la
comercialización, etc. Hay ejemplos prácticos que se están dando en el
Perú sobre el gravamen, que también deberían darse en el sector
agropecuario.
Ante estos problemas y desafíos, ¿cuáles son las perspectivas y planteamientos de los gremios agrarios?
L. Quintana: Evaluando
la importancia de la agricultura familiar, lo primero es determinar una
propuesta, con indicadores y estadísticas, sobre la contribución de la
pequeña agricultura —ahora que estamos en el Año Internacional de la
Agricultura Familiar—, y hacerles ver a los políticos y tomadores de
decisiones que estamos frente a una perspectiva de futuro, que es
necesario apostar por el desarrollo de inversiones, capacidades,
innovación y tecnología en este sector, pues el crecimiento económico no
solo puede beneficiar a los grandes exportadores. Tenemos que
garantizar la restructuración de las organizaciones a través de
mecanismos de asociatividad, como la Ley de Cooperativas, y aplicando un
incentivo como el gravamen o la parafiscalización, que alcance a todas
las organizaciones del sector. Solo así se empezará a gestar la
sostenibilidad de éstas.
H. Guevara: En el caso
de los gremios y las políticas agrarias del Gobierno, somos siameses
inseparables: unidos por un solo corazón y una sola columna vertebral.
El futuro de las organizaciones va a depender de lo que se haga con las
políticas agropecuarias, comerciales y de infraestructura. Todos los
gremios hemos hecho propuestas para mejorar el sector; lo único que
buscamos es que se implementen. Por ejemplo, los temas de información y
de capacitación son importantísimos. El ministro de Agricultura ha dicho
que se creará el Instituto del Café, lo que es una excelente propuesta.
Por nuestra parte, hemos planteado un sistema de control lechero, con
enfoque integral, que sea financiado por privados y no por el Minagri.
Estas propuestas que hacemos no implican ningún tipo de gasto para el
Gobierno; son medidas que permitirán una mejor equivalencia entre los
diferentes participantes de la cadena láctea: productores, industriales y
consumidores. A eso apuntamos. Esperamos que las autoridades nos
ayuden, pues solos no vamos a poder y eso es evidente. En ninguna parte
del mundo los productores se han desarrollado por su cuenta, sino con
una participación importante del Estado.
B. Contreras: En la CCP
buscamos el fortalecimiento de las organizaciones campesinas desde las
bases, porque solo así podremos ser un gremio fuerte. Si solo hacemos un
trabajo de nivel nacional —en el comité ejecutivo— y no nos articulamos
con las comunidades campesinas, seremos un gremio de cascarón: nuestro
reto es ser una organización bien estructurada, desde las comunidades
campesinas. Debemos impulsar el fortalecimiento de las organizaciones
campesinas con la participación de las mujeres dentro de la junta
directiva; debe existir una alternancia, como la que se da en el comité
ejecutivo de la CCP. También queremos impulsar un plan para el
desarrollo comunal de las comunidades campesinas, donde estén plasmadas
las demandas sociales, con un enfoque de desarrollo humano: solo así
podremos salir de la pobreza. Este plan debería articular a la sociedad,
la comunidad campesina y los gobiernos locales.
L. Quintana: Hay que
destacar la importancia de innovar en los cuadros de liderazgo. En
Conveagro vamos a promover una escuela de líderes para realizar un
cambio generacional, donde los hombres y las mujeres participen en todos
los procesos de toma de decisiones, porque en la actualidad muchas
mujeres están invisibilizadas. Las mujeres son actores válidos dentro de
sus organizaciones, al igual que los jóvenes, que no son los actores
del mañana, sino del presente, y tienen que estar dentro de las
estructuras de sus organizaciones. También debemos garantizar que el
presidente Humala cumpla el compromiso que asumió con el agro cuando nos
visitó en Conveagro: todavía no cumple, por ejemplo, con asignar S/.700
millones a Agrobanco. Otra iniciativa es apostar por una ley con
presupuesto para la agricultura familiar y garantizar la sostenibilidad
de este sector. Necesitamos estar a la expectativa frente al presupuesto
que debe ser asignado al sector agrario, pues a última hora siempre nos
dicen: «No hay presupuesto». Por último, debemos insistir en que las
mismas organizaciones hagan una introspección de sus procesos. Tienen
que analizar su situación de manera crítica, con el fin de reconvertirse
y retomar la condición política dentro de sus organizaciones. Al
reconstituir la institucionalidad de nuestro sector agrario, podríamos
ser un contrapeso para el actual gobierno.
Enlace:
08 May. 2014
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