martes, 8 de julio de 2014

Gremios agrarios peruanos: Problemas y Posibilidades


                         
 
(Agronegocios.pe) Es reconocida la importancia de los gremios, pues permiten que los asociados negocien apoyados en la fuerza de la unión; institucionalizan la canalización de intereses comunes; asumen la representación de intereses de grupos socioeconómicos determinados; contribuyen a una sociedad más equitativa; y, por último, aportan a la democratización de la sociedad.

Por una diversidad de razones, no siempre los gremios logran satisfacer a plenitud funciones tan importantes, pues pueden padecer de deficiente liderazgo; escasez de recursos económicos; debilidad de planteamientos; insuficientes o inadecuados mecanismos de presión; incapacidad para establecer alianzas; poca visibilidad; etc.

El Perú ha tenido periodos en que los gremios han logrado cumplir con estas funciones o han estado cerca de hacerlo, y periodos donde las condiciones fueron adversas. En términos generales, podría afirmarse que la década de 1960 y parte de la década de 1970 se caracterizaron por gremios fuertes, pero desde la década de 1980 los gremios se debilitaron.

En ese sentido, el Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), realizó una mesa redonda para explorar los actuales problemas y desafíos que enfrentan los gremios agrarios peruanos y, además, las propuestas que plantean para lograr su fortalecimiento, teniendo como participantes a cuatro destacados dirigentes agrarios nacionales: Lucila Quintana Acuña, productora cafetalera en Amazonas y presidenta de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro); Blandina Contreras Yance, dirigente ayacuchana y secretaria de relaciones exteriores de la Confederación Campesina del Perú (CCP); Héctor Guevara Rivera, gerente de la Asociación de Ganaderos Lecheros del Perú (Agalep); y Marcelino Bustamante López, dirigente ancashino y secretario de actas y archivos de la Confederación Nacional Agraria (CNA).

¿Qué opinan sobre el actual momento político del país y del sector agropecuario? ¿Es favorable o no para los gremios agrarios?

Héctor Guevara: Históricamente, existieron gremios que siempre han tenido momentos políticos favorables: hablamos de los gremios de exportadores, financieros y empresariales, pero no es el caso de las organizaciones agropecuarias. Lamentablemente, esta debilidad de los gremios agrarios y la falta de desarrollo del sector agropecuario se deben a décadas de olvido de este sector. Lo único que hacen políticos y candidatos —en el momento de las elecciones— es ponerse el chullo y el poncho. Es ahí donde se acuerdan de los productores agropecuarios, que son los que dan más trabajo y garantizan la alimentación. Como lo indica el último censo agropecuario, en su mayoría se encuentran en la sierra del Perú. Pero, a pesar de todo ello, son los más olvidados. Las políticas del presente gobierno están dirigidas, básicamente, a apoyar programas de agroexportación y no para el mercado interno, que es fundamental en la producción, generación de trabajo y contribución al PBI.

Lucila Quintana: Las organizaciones de productores están de acuerdo en que, en este momento, no se constata la existencia de políticas de fomento para la pequeña agricultura: todas las propuestas e iniciativas de leyes van para la gran exportación. Si bien es cierto hay iniciativas y nos hacen promesas, estas se diluyen en el tiempo, por falta de decisión y voluntad política. Tampoco existen políticas diferenciadas para nuestros pequeños productores; por ejemplo, en el tema de incentivos tributarios, las medidas tributarias se toman para todos por igual, desde los grandes exportadores hasta los pequeños. Asimismo, no existe un programa nacional dirigido a las pequeñas organizaciones de productores, que se oriente a garantizar la productividad y el mercado o a que los productos a los que están abocados los pequeños agricultores sean rentables. Las grandes inversiones que hoy se ven —como los grandes proyectos de irrigación—, solamente favorecen a la gran agricultura asentada en la costa norte, pero no a los pequeños productores.

Blandina Contreras: Es necesario hacer un rápido recuento histórico del movimiento campesino. La CCP representa a las comunidades campesinas indígenas del Perú. Es un gremio que ha logrado varios cambios con la gesta de toma de tierras, desde la década del sesenta hacia adelante. Luego, en los años ochenta, entramos a una etapa muy fuerte de violencia política interna. Ello provocó una descomposición del movimiento campesino y comunal y debilitó a las organizaciones. Durante la dictadura de Fujimori, los líderes campesinos eran confundidos con Sendero Luminoso y se violaron los derechos humanos. Luego, con la Marcha de los Cuatro Suyos, creímos recobrar la democracia participativa. Sin embargo, con el gobierno de Alejandro Toledo, también empezaron los acuerdos comerciales internacionales. Allí intentamos recomponer el movimiento campesino y luchar contra los acuerdos comerciales en la campaña «TLC, así no», desde 2001 hasta 2006. Después, con el gobierno de Alan García, nuevamente se implementan normas como la criminalización de la protesta social y una serie de decretos legislativos que atentaron contra las comunidades campesinas: el gobierno de Alan García no fue nada fácil. La razón de existencia de las comunidades campesinas es su tierra, el territorio y los recursos naturales que existen allí. Debido a la implementación de ciertas políticas, el movimiento campesino se empezó a debilitar. Estas mismas políticas se están implementando y profundizando en el actual gobierno.

Marcelino Bustamante: La CNA nació a raíz de la reforma agraria, en el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. Antes de ello, los hermanos indígenas campesinos eran explotados por los hacendados: una semiesclavitud donde eran tratados como si fueran menos que animales. Lo he visto y no estoy hablando por historia. Frente a ese oprobio surgió el general Velasco, que dio la reforma agraria, posiblemente una de las más radicales de América Latina y del mundo, gracias a la cual las tierras pasaron a manos de sus trabajadores. La CNA nace, precisamente, para cautelar las tierras reformadas. Sin embargo, cuando se da el golpe militar de Morales Bermúdez, viene la decadencia y el retroceso. Desde esa época, ningún gobierno ha dado atención a las organizaciones gremiales campesinas y, al contrario, han implementado una serie de medidas y dispositivos legales para desarticular nuestra organización. Para la derecha y la oligarquía peruana, el campesino es un retraso, un ente improductivo, que sólo sabe pedir y que no aporta; eso es lo que dicen los oligarcas, que siempre están al mando de cualquier gobierno que llegue. En 2011, los campesinos elegimos a Ollanta Humala como nuevo presidente, pensando que —por los discursos que daba— iba a fortalecer a las organizaciones; sin embargo, el Gobierno no ha hecho nada a favor de la pequeña agricultura familiar, que es la que conduce más de 14 millones de hectáreas de tierras según el último censo agropecuario. Este sector, tan vulnerable, compuesto por familias campesinas, no tiene la atención debida del actual gobierno, ni de los que han pasado. La atención solamente es para la gran agroindustria, donde se están propagando los monocultivos. No hay un momento político favorable para el sector campesino. La FAO ha declarado 2014 como el Año de la Agricultura Familiar; sin embargo, el gobierno actual no se ha pronunciado sobre la agricultura familiar ni le da mayor atención. Como CNA, no vemos que el Estado esté interesado en favorecer a la pequeña agricultura familiar.

H. Guevara: El enfoque histórico sobre la organización gremial, mencionado por los compañeros, es muy interesante. Durante el gobierno militar de Velasco Alvarado empezó una política de control de precios y de la producción interna. Mal o bien, esto le dio fuerza a las organizaciones gremiales y productoras porque les permitía, entre otras cosas, financiarse mediante la venta de insumos a sus propios socios. Luego, en 1991, con la nueva política liberal, el gobierno de Fujimori aplicó algunos mecanismos, como la protección arancelaria. Al mismo tiempo, también se crearon los programas sociales, que debían ser atendidos por los productores agrarios locales de cada una de las regiones, como los programas de desayunos del Pronaa y los comedores populares. Luego, con el gobierno de Toledo y los famosos tratados de libre comercio, empezó la debacle y la pérdida del concepto gremial, donde los agricultores vivieron una derrota en las negociaciones del tratado de libre comercio con Estados Unidos (por todos es conocido que el gran perdedor fue el sector agropecuario). Para rematar esto, el gobierno de Alan García continuó la firma de tratados comerciales, cada vez con mayor desventaja para los productores locales.

¿Cuáles son los problemas más importantes que deben afrontar, en la actualidad, los gremios agropecuarios?

M. Bustamante: Un tema es la institucionalidad de las comunidades campesinas agrarias. Teníamos el Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano (Indepa), pero fue desarticulado. Hay grandes intereses que no permiten que las organizaciones campesinas indígenas nos organicemos y tengamos representatividad a través de un ministerio. Esto ha sido desestimado por los gobiernos de turno que han venido después de Toledo, y ahora los pueblos campesinos indígenas nos encontramos sin representación. Otro problema es la falta de aplicación de la Ley de Consulta Previa en los actuales conflictos entre nuestras comunidades y las grandes empresas extractivas. Existe la ley, pero no se está aplicando. Dicen que solo los indígenas de la selva son sujetos a consulta y que los campesinos no lo son, cuando el Convenio 169 de la OIT indica lo contrario. Es necesario que el Gobierno implemente esta ley. Ese es uno de los puntos álgidos que enfrentan nuestras organizaciones.

H. Guevara: Como organización de productores de leche tenemos problemas muy fuertes; el principal es la competencia desleal de la leche en polvo que viene de países que subsidian a sus productores ganaderos, como Estados Unidos e Inglaterra. Debido a esos mecanismos de subsidios, estos países exportan sus excedentes a países como el Perú, que necesita impulsar su ganadería y que no tiene ningún tipo de ayuda ni protección interna, como sí la tienen los países exportadores. Otro problema grave es la enorme posición dominante de una sola empresa industrial: es sumamente riesgoso que una sola empresa maneje el 80% de las compras de insumos locales y, también, el 80% del mercado local. Eso, definitivamente, genera deficiencias en el mercado. Esto se refleja en las cifras de consumo de leche per cápita: el Perú tiene una de las más bajas del mundo, entre 65 y 68 kilos per cápita anual, en pleno año 2014. En 1971 se consumían más de 70 kilos per cápita; es decir, hemos retrocedido. La FAO dice que, por lo menos, deberíamos consumir 120 kilos per cápita al año. Estamos sumamente lejos de este tipo de consumo.

L. Quintana: Todo este diagnóstico refleja la cruda realidad de nuestro sector, pero aún más cruda es la realidad del órgano rector al cual estamos adscritos: el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), un aparato que, gobierno tras gobierno, ha resultado un problema. El desgobierno institucional que tiene el Minagri es desastroso. En apenas tres años se ha cambiado a varios ministros, lo que no garantiza la continuidad de políticas públicas a favor de nuestro sector. Ese es un problema serio. Por eso, las organizaciones de productores deberíamos ser fortalecidas para que nuestra voz se escuche y, así, garantizar un mínimo de institucionalidad dentro del sector y lograr una verdadera inclusión de propuestas y políticas. Las instituciones que conforman el Minagri, como el Senasa, el INIA, etc., deben estar dotadas de presupuesto y de profesionales capaces que orienten la política. La reciente creación de dos viceministerios, que pueden estar de acuerdo o no con nuestra realidad, también afecta las políticas del sector, que deberían haber avanzado. Estamos en una situación de desbalance general. Si el ente rector no está organizado —además, nuestras organizaciones han sido debilitadas por diversos gobiernos—, no podrá promover el fortalecimiento de nuestras organizaciones o lograr que los gremios asuman una mirada empresarial o con una productividad a gran escala. Algunos se aprovechan de la desarticulación total, para que imperen las políticas que favorecen a los grandes exportadores.

¿Cuáles son los principales desafíos internos y organizacionales que enfrentan sus gremios agropecuarios?

M. Bustamante: Uno de los desafíos consiste en enfrentar la debilidad de nuestras organizaciones de base, como las ligas agrarias. Nuestras comunidades campesinas ya están organizadas y cuentan con representatividad legal, pero las ligas y las federaciones tienen muchas falencias; por ejemplo, la falta de buena representatividad. En la actualidad no podemos fortalecer la organización debido a la falta de recursos económicos. En el Perú, ningún gobierno se ha responsabilizado del financiamiento de las organizaciones, como lo hacen en Estados Unidos o en países de Europa, donde las organizaciones indígenas y campesinas son financiadas por el Estado. En el Perú, los gobiernos que llegan nos ven a los gremios como un problema; ¡hasta nos han dicho que somos como el perro del hortelano! Queremos que se revierta esta situación. Para tener una buena representatividad, nuestro reto es fortalecer a nuestras organizaciones de base.

L. Quintana: El desafío interno de Conveagro es contar con una auténtica representación de los gremios agrarios. Existe una desnaturalización de muchos gremios, por los factores que se han explicado, y por eso hay que garantizar la reconversión de las organizaciones agrarias, pues estamos en otra coyuntura. Tenemos que mirar el futuro con una mirada productiva y empresarial. Estamos en una coyuntura donde no solo debemos ser abastecedores de materia prima, sino que debemos añadir valor agregado al producto. Nuestras organizaciones gremiales tienen que articularse a la descentralización, porque allí hay mucho presupuesto. Los gobiernos regionales son los que están garantizando el desarrollo rural y productivo, donde las organizaciones —orgánicas y con una debida representatividad— podrían ser capaces de acceder a los programas de dichos gobiernos. Los gremios tienen que tomar la decisión de estar allí, pero, insisto, solo en la medida en que sean orgánicas, representativas y que puedan canalizar rápidamente los recursos. Al estar organizados se puede adquirir la capacidad de hacer producción a escala, abaratar costos de producción, etc. Hoy, nuestras organizaciones de productores están descapitalizadas; los asociados no tienen la capacidad de contribuir ni siquiera a la membresía de sus gremios, pues no tienen capital. Esa dificultad económica debilita a la organización. En resumen, necesitamos una verdadera institucionalidad de los gremios, su capitalización, y su articulación con los gobiernos regionales. Las organizaciones tienen que efectuar una mirada de introspección para observar sus falencias. El Minagri y el Gobierno deben apoyar dicha introspección y los planes estratégicos de las organizaciones de productores. Así, el ministerio tendría la capacidad de saber cuáles son las organizaciones representativas debidamente formalizadas. De esa manera, las organizaciones de productores podrán asumir un nuevo rumbo, en donde sean ellas quienes lideren el desarrollo rural.

B. Contreras: Ante diversos problemas, como la dación indiscriminada de los denuncios mineros o la falta de aplicación de la consulta previa, las comunidades campesinas nos encontramos debilitadas en el interior y nos falta liderazgo. Desde la época de Fujimori, en lugar de fortalecer a las comunidades campesinas, se ha promovido la aparición de organizaciones paralelas a las comunidades, como los comités conservacionistas. Es decir, no hay respeto por la organización comunal: el Estado la ha debilitado, en lugar de fortalecerla. Ese es un problema muy fuerte. También existe debilidad debido al desconocimiento de nuestros derechos: nos falta información y, también, un mayor compromiso. Somos pocos los dirigentes que se comprometen a asumir este reto; no es nada fácil, porque no es rentable. Muchos de los que asumen la dirigencia priorizan su responsabilidad familiar y dejan a la organización a un costado porque ésta no cuenta con recursos económicos.

H. Guevara: Uno de los problemas internos que enfrentan las organizaciones es la falta de financiamiento. Eso tiene que revertirse mediante una propuesta legislativa sobre el autogravamen, que en Agalep vamos a impulsar a través del Congreso de la República o el Poder Ejecutivo. El autogravamen es una recaudación obligatoria, donde un pequeño porcentaje del precio de venta se destina al financiamiento de las organizaciones. Otro porcentaje importante se dirige a la investigación de mercado, la comercialización, etc. Hay ejemplos prácticos que se están dando en el Perú sobre el gravamen, que también deberían darse en el sector agropecuario.

Ante estos problemas y desafíos, ¿cuáles son las perspectivas y planteamientos de los gremios agrarios?

L. Quintana: Evaluando la importancia de la agricultura familiar, lo primero es determinar una propuesta, con indicadores y estadísticas, sobre la contribución de la pequeña agricultura —ahora que estamos en el Año Internacional de la Agricultura Familiar—, y hacerles ver a los políticos y tomadores de decisiones que estamos frente a una perspectiva de futuro, que es necesario apostar por el desarrollo de inversiones, capacidades, innovación y tecnología en este sector, pues el crecimiento económico no solo puede beneficiar a los grandes exportadores. Tenemos que garantizar la restructuración de las organizaciones a través de mecanismos de asociatividad, como la Ley de Cooperativas, y aplicando un incentivo como el gravamen o la parafiscalización, que alcance a todas las organizaciones del sector. Solo así se empezará a gestar la sostenibilidad de éstas.

H. Guevara: En el caso de los gremios y las políticas agrarias del Gobierno, somos siameses inseparables: unidos por un solo corazón y una sola columna vertebral. El futuro de las organizaciones va a depender de lo que se haga con las políticas agropecuarias, comerciales y de infraestructura. Todos los gremios hemos hecho propuestas para mejorar el sector; lo único que buscamos es que se implementen. Por ejemplo, los temas de información y de capacitación son importantísimos. El ministro de Agricultura ha dicho que se creará el Instituto del Café, lo que es una excelente propuesta. Por nuestra parte, hemos planteado un sistema de control lechero, con enfoque integral, que sea financiado por privados y no por el Minagri. Estas propuestas que hacemos no implican ningún tipo de gasto para el Gobierno; son medidas que permitirán una mejor equivalencia entre los diferentes participantes de la cadena láctea: productores, industriales y consumidores. A eso apuntamos. Esperamos que las autoridades nos ayuden, pues solos no vamos a poder y eso es evidente. En ninguna parte del mundo los productores se han desarrollado por su cuenta, sino con una participación importante del Estado.

B. Contreras: En la CCP buscamos el fortalecimiento de las organizaciones campesinas desde las bases, porque solo así podremos ser un gremio fuerte. Si solo hacemos un trabajo de nivel nacional —en el comité ejecutivo— y no nos articulamos con las comunidades campesinas, seremos un gremio de cascarón: nuestro reto es ser una organización bien estructurada, desde las comunidades campesinas. Debemos impulsar el fortalecimiento de las organizaciones campesinas con la participación de las mujeres dentro de la junta directiva; debe existir una alternancia, como la que se da en el comité ejecutivo de la CCP. También queremos impulsar un plan para el desarrollo comunal de las comunidades campesinas, donde estén plasmadas las demandas sociales, con un enfoque de desarrollo humano: solo así podremos salir de la pobreza. Este plan debería articular a la sociedad, la comunidad campesina y los gobiernos locales.

L. Quintana: Hay que destacar la importancia de innovar en los cuadros de liderazgo. En Conveagro vamos a promover una escuela de líderes para realizar un cambio generacional, donde los hombres y las mujeres participen en todos los procesos de toma de decisiones, porque en la actualidad muchas mujeres están invisibilizadas. Las mujeres son actores válidos dentro de sus organizaciones, al igual que los jóvenes, que no son los actores del mañana, sino del presente, y tienen que estar dentro de las estructuras de sus organizaciones. También debemos garantizar que el presidente Humala cumpla el compromiso que asumió con el agro cuando nos visitó en Conveagro: todavía no cumple, por ejemplo, con asignar S/.700 millones a Agrobanco. Otra iniciativa es apostar por una ley con presupuesto para la agricultura familiar y garantizar la sostenibilidad de este sector. Necesitamos estar a la expectativa frente al presupuesto que debe ser asignado al sector agrario, pues a última hora siempre nos dicen: «No hay presupuesto». Por último, debemos insistir en que las mismas organizaciones hagan una introspección de sus procesos. Tienen que analizar su situación de manera crítica, con el fin de reconvertirse y retomar la condición política dentro de sus organizaciones. Al reconstituir la institucionalidad de nuestro sector agrario, podríamos ser un contrapeso para el actual gobierno.
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