Las pérdidas y desperdicios ocurren a
lo largo de la cadena alimentaria: en la región, el 28% ocurre a nivel
del consumidor; el 28% a nivel de producción, el 17% en mercado y
distribución, el 22% durante el manejo y almacenamiento y el 6% restante
a nivel de procesamiento.
Por: Redacción
Lima, 17 de julio 2014 (Agraria.pe)
En Perú, a nivel de la venta al detalle, se desperdician 3.076 millones
de calorías, las que bastarían para satisfacer las necesidades
nutricionales de cerca de 2 millones de personas, permitiéndole reducir
el hambre desde 11,8% a 6%, señaló la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Según se señala en el informe sobre
“Pérdidas y desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe”, en
la región se pierden y desperdician más alimentos que los que son
necesarios para satisfacer las necesidades nutricionales de las 47
millones de personas que aún sufren hambre en la región. El Informe de
la Oficina Regional de la FAO, señala que el 6% de las pérdidas globales
de alimentos se dan en la región.
Al respecto, el representante regional
de la FAO, Raúl Benítez, indicó que cada año la región pierde o
desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, lo que
impacta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la
disponibilidad local y mundial de comida, generan menores ingresos para
los productores y aumentan los precios para los consumidores.
Agregó que las pérdidas y desperdicios
también tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la
utilización no sostenible de los recursos naturales. “Enfrentar esta
problemática es fundamental para avanzar en la lucha contra el hambre y
debe convertirse en una prioridad para los gobiernos de América Latina y
el Caribe”, señaló Benítez.
¿Qué son y dónde ocurren las pérdidas y desperdicios?
Según la FAO, las pérdidas se refieren a
la disminución de la masa disponible de alimentos para el consumo
humano en las fases de producción, post-cosecha, almacenamiento y
transporte. El desperdicio de alimentos se refiere a las pérdidas
derivadas de la decisión de desechar alimentos que todavía tienen valor
nutricional y se asocia principalmente con el comportamiento de los
vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y los
consumidores.
Las pérdidas y desperdicios ocurren a lo
largo de la cadena alimentaria: en la región, el 28% ocurre a nivel del
consumidor; el 28% a nivel de producción, el 17% en mercado y
distribución, el 22% durante el manejo y almacenamiento y el 6% restante
a nivel de procesamiento.
Pérdidas en la venta al detalle
Con los alimentos que se pierden en la
región sólo a nivel de la venta al detalle –es decir en supermercados,
ferias libres, almacenes y demás puestos de venta retail– se podría
alimentar a más de 30 millones de personas, es decir, al 64% de quienes
sufren hambre en la región.
Los alimentos que se pierden a este
nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice y Colombia son
equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes
sufren hambre en dichos países, alerta la FAO.
Antigua y Barbuda, Bahamas, Jamaica,
Saint Kitts y Nevis, Trinidad y Tobago, Belice, Bolivia, Colombia,
Ecuador, El Salvador, Surinam y Uruguay podrían disponer de alimentos
equivalentes a los que necesitan para alcanzar el primer Objetivo de
Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas.
“Aunque es importante señalar que los
países de la región disponen de calorías más que suficientes para
alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos que se
pierden o que acaban en el tacho de la basura es sencillamente
inaceptable mientras el hambre continúe afectando a casi el 8% de la
población regional”, explicó Raúl Benítez.
¿Cómo acabar con las pérdidas/desperdicios?
El informe de la FAO señala que existen
formas de evitar las pérdidas y desperdicios en todos los eslabones de
la cadena, principalmente mediante inversiones en infraestructura y
capital físico, mejorando la eficiencia de los sistemas alimentarios y
la gobernanza sobre el tema mediante marcos normativos, inversión,
incentivos y alianzas estratégicas entre el sector público y privado.
Un ejemplo son los bancos de alimentos,
los cuales reúnen comida que por diversas razones sería descartada para
su redistribución, y que ya existen en Costa Rica, Chile, Guatemala,
Argentina, República Dominicana, Brasil y México. La Asociación de
Bancos de Alimentos de México, por ejemplo, rescato 56 mil toneladas de
alimentos sólo en 2013.
La sensibilización pública también es
clave y se puede realizar a través de campañas dirigidas a cada uno de
los actores de la cadena alimentaria, como lo realiza la Iniciativa
global SAVE FOOD, una alianza entre la FAO, y el Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la compañía alemana
Messe Düsseldorf. SAVE FOOD reúne a 250 socios, organizaciones y
empresas públicas y privadas y lleva a cabo campañas en todas las
regiones del mundo.
“Erradicar el hambre en la región
requiere que todos los sectores de la sociedad hagan esfuerzos por
reducir sus pérdidas y desperdicios”, explicó el representante regional
de la FAO.
Enlace:
17 Jul . 2014
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